Recuerdo una conferencia de hace bastantes años, a finales de los años sesenta, en La Asociación
Artística de Guipúzcoa en San Sebastián
donde en el coloquio posterior a ésta, salió la palabra “anécdota”
refiriéndose al tema o historia que se contaba en una obra. Yo era joven, había
comenzado a pintar, también me interesaba por la fotografía y empezaba a
investigar en otras posibles maneras de expresión. En aquella conferencia de la
que no recuerdo el tema aunque sí que entre el público se encontraban algunos
de los artistas de la ciudad que trabajaban dentro de lo que llamamos
abstracción.
Se habló sobre la desaparición de la anécdota en la
concepción de la obra de arte actual, ya no se necesita contar una historia,
sino trabajar con los valores intrínsecos propios de la obra.
En las épocas anteriores también se trabajaba con estos
valores pero se encontraban sujetos a una representación y ésta muchas veces
dominaba la obra.
Esta idea me ha acompañado durante estos años. No quiere
decir que cuando se plantea un trabajo no exista una idea que pueda ser
considerada otra forma de anécdota, se trata de las reflexiones que acompañan
al inicio de la nueva obra ya lejos de una historia en el sentido clásico.
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